El estado de impaciencia es insoportable. Me como las uñas, me las pinto, me como el esmalte y me las vuelvo a pintar. Como, mucho! Galletitas, alfajor, helado. Todo me encanta pero después me cae mal. Tomo cerveza todos los días para sentirme de vacaciones, sentir que todos los días son viernes a la noche y que al otro día no tengo que hacer nada. Me compro de todo! sandalias, short, remeras. Me compro todo para él o para mi? Para mi, obvio! pero me encantaría que él me dijera algo de todo lo nuevo que tengo en mi guardarropas. Acá vuelve la figura de él, un él que no sabemos quién es, o si? Si que sabemos, sabemos muy bien quien es. Sin nombrarlo lo sabemos.
Mi paciencia es nula, no tengo paciencia, para nada. Ni para enhebrar un hilo en una aguja pequeña. Nunca la tuve, nunca la quiero tener. Reniego tener paciencia. No me gusta la palabra ni la función que cumple en la vida.
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