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lunes, 28 de abril de 2008

Las cosas no son lo que parecen

Julián dice "las cosas no son lo que parecen" y me enamoro aún mas cuando esa frase interrumpe la conversación.

Vivo en el barrio de Recoleta con mi madre y mi hermana menor. Estudio medicina con especialización en psiquiatría.

Él vive en la provincia de Buenos Aires con toda su familia. Las condiciones que rodean esta vivienda son humildes. Trabaja de lunes a viernes en un bar como camarero y hace pocos meses hace un curso en un neuropsiquiatrico para enfermero.

Es un día soleado y no hace calor, tampoco frío. Son las ocho menos cuarto de la mañana. Estoy sentada en la mesa de un bar cerca de la facultad. El mozo se acerca y pido un café con leche con tres medialunas de manteca. Agarro la mochila y saco el libro que estoy leyendo. Comienzo a leer el segundo capítulo: "…un vampiro se asoma por la ventana del cuarto negro. -Mark!? Eres tú?- susurra Camilla al ver al vampiro. -No soy una persona, bella dama, estoy aquí para traerte un mensaje del más allá- expresa el vampiro. Las puertas de la habitación comienzan a abrirse y cerrarse, dando fuertes golpes. Camilla no sabe qué hacer. El vampiro desaparece. Ella se levanta de la cama y corre a la ventana. El vampiro ya se fue".

Detengo la lectura, se acerca el desayuno. Observo al camarero, algo de su rostro me llama la atención. Él también detiene sus ojos en mi mirada, hipnotizado.

- ¿Te conozco?- pregunto con voz de mujer seductora.

- No lo creo. Pero no es la primera vez que te veo por aquí. - tímidamente responde él, observando mis ojos grandes y verdes.

- Es posible, vengo seguido a este bar, estudio aquí antes de entrar a la facultad, es donde mas me concentro. ¿Hace mucho que trabajas como mesero en este lugar?

- No, antes hacía el delibery por la zona, me cambiaron. ¿Estudias medicina o economía?- Julián continuó temeroso, de manera que mis asombrosos ojos lo hechizaron.

- Claro, medicina. Por eso vengo a este bar, los que están mas cerca de económicas se llenan de gente aburrida. Aquí siento que nadie me observa como en otros lugares y además estoy tranquila.- Me encuentro muy relajada dialogando con él. Aprecio una fuerte química y en cada palabra se lo trato de expresar.

- ¿Querés ir después cuando termine mi turno, a sentarnos en la plaza a conversar mas tranquilos? Mi jefe no es un buen tipo y temo que me quiera echar por verme hablando con vos.

- Tengo clase, entro al mediodía y salgo alrededor de las cinco de la tarde. Si querés paso por aquí y espero a que termines, ¿te parece?- mi voz cambia, ahora yo siento que entre los dos puede llegar a pasar algo mas que una simple y corta charla de bar.

- Si crees que no vas a terminar cansada después de la clase, acepto. Vuelvo al rato a cobrarte. Nos vemos.

- Estaré esperándote en la esquina. Chau.- Y así termina la mínima conversación entre él y yo. El primer acercamiento y las primeras pocas palabras.

Continúo con la lectura del libro mientras tomo el café.

"Dos horas después del terrible cruce entre el vampiro y la muchacha, nuevamente se oía un ruido extraño en el cuarto del fondo de la habitación. El vampiro entra por la ventana destrozando todo objeto que encuentra cerca. -Vengo a devorar tu cuello y absorber toda tu sangre"- grita al acercarse a la jovencita. Lentamente se encamina hacia ella, mirando fijo su cuello y queriendo probar su sangre. Pero Camilla corre hasta la escalera. En un segundo el vampiro la atrapa y bebe su rica sangre. Ella queda casi muerta".

Estoy estudiando sobre la rabia y elijo leer sobre vampiros que aparentan ser seres humanos pero no lo son, sino que son reconocidos como muertos vivientes.

Al terminar el desayuno, llamo al mozo y pido que se acerque para cobrar el desayuno. Él viene:

- Son ocho pesos con cincuenta centavos.- dice él un poco antipático.

- Bueno, toma diez pesos, lo que queda es para vos. ¿Qué te pasa?- le pregunto extrañada por la reacción de él.

- Mi jefe me preguntó quien eras y me repitió que no tengo que dialogar con los clientes. Disculpa nos vemos a mí salida en la esquina de acá. Gracias. Chau.

Y él se aleja de mí. Lo único que queda es esperar hasta que nos encontremos en la esquina.

Me levanto de la mesa, tomo las cosas y salgo del bar. Camio unas pocas cuadras hasta llegar a la facultad, me doy cuenta de algo: él me sigue con la mirada hasta que me pierdo en la multitud.

Estoy esperando en la esquina del bar. Son las cinco y veinte pasadas. Él aún no llega. Después de veinte minutos esperando, se acerca a mí. Nos miramos de tal forma, ninguno es capaz de darse un beso en la mejilla. Avanzo y se lo doy.

- ¿Estas bien? ¿Terminaste bien? – pregunto sin miedo.

- Bien aunque no hice mucha propina. Antes de continuar charlando creo que seria bueno saber nuestros nombres, ¿no te parece? Yo soy Julián, ¿vos?- no tuvo otro remedio que hablar rápido para que no note su vergüenza.

- Sara, me llamo Sara, estudio medicina con especialización en psiquiatría y justamente estoy haciendo un trabajo que me esta fastidiando un poco. ¿Vos estudias?

- Hace unos meses empecé un curso para enfermo en un neuro psiquiátrico. Mirá que casualidad que los dos estemos metidos en ese tema.

- Entonces te puedo comentar de que trata mi trabajo, podes ayudarme si tenés ganas. – Ahora soy yo la tímida.- Sin ningún compromiso, solo si…- Julián interrumpe: - Las cosas no son lo que parecen.-

- ¿Qué decís? ¿a qué te referís con “cosas”? – pregunto con asombro.

- Mirate!! Sos una chica que aparenta ser prejuiciosa, creída, egocéntrica y vanidosa. Pero no lo sos, como los vampiros que parecen ser humanos rabiosos que quieren chuparles la sangre a toda persona que se les cruce. Vos

sos una mujer, muy llamativa, hermosa, simpática. Te cruzaste conmigo, un desubicado que te mira a los ojos sin conocerte y queda hipnotizado con tu frágil mirada. Me extraña pensar que mujeres como vos pueden ser tan sensibles y buenas con un simple y pobre tipo como yo. A eso me refiero cuando digo “cosas”, a las formas de ser que no son lo que parecen, a lo que uno simula ser y con la mirada nos damos cuenta que no es así.-

Quedo estupefacta al oírlo. No supe que decirle. Enamorada de él quedo, de su mirada, de su persona también sensible y buena. No me importa nada más que él y yo. Tomo su cara y lo beso. Julián continúa y así quedamos. Unidos de boca por un largo rato.