nunca dejes de escribir cuando ya no se te ocurra nada

viernes, 11 de julio de 2008

el deseo de ser solo

En una habitación oscura, la ventana se abre por un enérgico viento, el reflejo del sol entra suavemente iluminando la cara de Sara acostada sobre la cama. Voces del pasillo se escuchan pero ella duerme profundamente y ni siquiera mueve el cuerpo.
Julián, su pareja, entra al cuarto, cierra la ventana, baja la persiana y acomoda su cuerpo junto al de ella. La mira fijamente. Pone una mano en su mejilla. Sara continúa bien dormida. Él insiste en querer despertarla, pero al mismo tiempo le cuesta mucho por si ella siente ese toqueteo. Nuevamente intenta despertarla, ella mueve las piernas y las pone en su pecho dobladas al estilo bolita. Al instante mueve sus brazos e intenta abrazar a Julián sin darse cuenta ni saber si está o no. Él acepta ese abrazo, cree que ella esta soñando. Continúa abrazándolo pero él se inquieta y la sacude para que despierte. No hay caso. Julián decide irse de la habitación para dejarla dormir tranquila. Saca las manos de ella de su cuerpo y sale de la cama. Camina lentamente mirándola atento por si llega a abrir un ojo, pero ella sigue quieta. Él sale del cuarto creyendo que su amor duerme intensamente.
A penas él se va, Sara abre sus ojos. No ve nadie a su lado. Escucha voces que vienen del pasillo. Levantarse de la cama es lo que desea y lo hace para abrir la ventana. Levanta la persiana. El mismísimo viento enérgicamente vuelve a entrar en la habitación oscura. Ella retorna a la cama. Cierra sus ojos. Y un suave rayo de sol ilumina sus pechos.

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